El gas: un gran aliado de las energías renovables

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El gas: un gran aliado de las energías renovables

Es más que evidente que la sociedad necesitaba una renovación en cuanto a la forma de usar las fuentes de energía de las que disponía, ya que el cambio climático, el efecto invernadero, o la cada vez más cercana fecha de caducidad de los combustibles fósiles hacían necesaria la búsqueda e inversión en energías renovables.

Una de estas nuevas energías favorables al medio ambiente es el gas natural. Se obtiene del interior de la tierra, donde se encuentra cubierto por varias capas que lo envuelven de forma impermeable impidiendo que se escape a la superficie.

El gas es un producto que se ha ido formando de forma natural, y en la actualidad se localiza en yacimientos puros de gas natural, o como acompañante del petróleo en los yacimientos petrolíferos, lo que hace pensar que su formación es similar al proceso que durante millones de años creó el petróleo.

¿Por qué el gas natural es una buena elección?

Optar por el uso de gas tiene varias virtudes, como por ejemplo la forma en que se usa, ya que, al provenir de una fuente primaria, se puede consumir de forma directa tras la extracción.

Es de fácil almacenaje cuando se trata de distribuirlo y transportarlo a otros lugares y, cuando se trata de su uso, este puede ser usado de forma directa al ser una energía de suministro continuado.

Es una energía respetuosa con la naturaleza, que genera menos cantidad de CO2, SO2 y NOx, por lo que no genera humos y reduce de forma considerable el peligroso efecto invernadero. De igual forma, es bastante seguro por ser menos pesado que el aire y tiene un potente poder calorífico.

Breve historia del gas

Podría dar la sensación de que el uso del gas es algo relativamente cercano en el tiempo, pero no dejaría de ser una percepción errónea de la realidad. Ya en los albores de las primeras civilizaciones, el gas era conocido, si bien su descubrimiento pudo ser fruto de la casualidad y habérsele dado cierto sentido religioso.

Pese a conocerse su existencia, al no hallar una forma segura de transportarlo, no pudo ser incorporado a las diferentes industrias, como por ejemplo la de los combustibles fósiles o el carbón.

A comienzos del siglo diecinueve se comenzó a canalizar el gas, principalmente el procedente del carbón, y sus primeros usos fueron como método de iluminación. Científicos como Murdoch experimentaron en sus propios hogares con el gas procedente del carbón y, gracias a tuberías, lo guiaron hasta quemadores donde el gas, al quemarse, servía como alumbrado.

Esta forma de iluminación se convertiría en muy popular en grandes ciudades como París o Londres, donde sería una excelente forma de alumbrar las calles de barrios enteros usando gas manufacturado. De ahí a su uso en palacios y casas particulares fue cuestión de tiempo y, en muy pocos años, se había convertido en la forma más extendida de conseguir iluminación.

A partir del primer cuarto del siglo veinte, el transporte de gas por medio de tuberías y cañerías es todo un hecho y la tecnología que lo permite deriva en las construcción de los primeros gasoductos, y hasta el día de hoy, donde son muchos los hogares que se benefician de esta fuente de energía.

El gas: una realidad actual

El gas tuvo su parón en el siglo veinte a causa de la aparición de la electricidad, que lo desbancó en usos como el alumbrado, pero siguió siendo utilizado en la industria y en muchos hogares, sobre todo como calefacción, pero en los últimos años ha vuelto a recobrar el protagonismo gracias a una mayor concienciación en cuanto a energías renovables.

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